martes, 1 de marzo de 2011

La Jornada Desfiladero sábado 26 de febrero de 2011

Por Jaime Avilés

A lo largo de estos cuatro años de espanto, saqueo y genocidio, Felipe Calderón no fue capaz de poner siquiera la primera piedra de una refinería que ya debería estar funcionando para que podamos transformar aquí nuestro propio petróleo y, como repite con elocuencia Andrés Manuel López Obrador, dejemos de vender naranjas para comprar jugo de naranja. Si Calderón aplazó indefinidamente el arranque de la obra es porque nada le conviene tanto como seguir trayendo combustible del extranjero. Las propinas por debajo del agua deben ser alucinantes.

Con un gabinete de seguridad marcado por el estigma de la corrupción –el 29 de enero de 2009, la Secretaría de la Defensa Nacional compró “600 cobertores afelpados” a 143 mil 400 pesos cada uno, por un total de 86 millones 40 mil pesos (hay muchos más datos como éste en www.facebook.com/#!/pages/Los-Gastos-Pendejos/148344958534675)–; con un procurador incompetente e inepto, que pronto será arrojado del barco en pleno naufragio, y con una violencia social incontrolable, Calderón se apresura a viajar a Washington, convocado de urgencia por Hillary y su invisible, inaudible y elegante mayordomo.

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